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Duele despertarse con la sensación de que hiciste todo mal, con el vació eterno en tus entrañas, con las innumerables imágenes buscando inundar tu alma y perforando tu cerebro.
Duele como cuando matas a alguien que amas, cuando su sangre entra a presión desgarrando tus pulmones ahogando tus hipócritas te quiero.
Duele como cuando, gracias a su insuficiente corte, el oxidado puñal se abre paso en tu abdomen con dificultad, tus ojos se humedecen y se pierde tu mirada, no recuerdas algunos instantes pero todo gira rápido y difuso en tu mente.
¿Lo recuerdas?. ¿Recuerdas la sensación?
Es la misma sensación de la pastilla en tu boca en el hospital psiquiátrico momentos antes de tragarla, cuando tu corazón estalla con inevitable sordidez y agotada cadencia, momento antes de que todo pierda su velocidad, justo después de que te das por vencido, no gritas ya, no intentas desgarrar tu camisa de fuerza, siquiera sientes las laceraciones en tu lengua, en el momento que recuerdas la sonrisa amable de la desconocida y recuerdas detalladamente el escudo en su pecho.
¿Acaso aun no lo recuerdas?. ¿Simplemente decidiste olvidarlo?
¿Sabes?, mis recuerdos son lo único que tengo, aunque no se cuantos de ellos invente. Invente una niña de cabellos largos y rizados, ojos grandes muy expresivos, creo que me llamaba papa, alguien me ayudo, de eso estoy casi seguro, si, por lo menos es muy probable, yo nunca hubiera puesto esa sonrisa en ella.
¿También me olvidaste?
También me inventas, no me gusta en lo que me convertiste y a lo que poco a poco converge tu cariño, yo pude ser algo parecido pero ya no, eso debes entenderlo. Estoy discapacitado, perdí ese poco de mí cuando hábilmente me cercenaron, pero no voy a volver a hablarte de ello, aunque no niego sentir morbo y placer de solo pensarlo, se me hace agua la boca, que bello sufrimiento…
¿Por qué no te despediste?, ¿te bese?, ¿tu me besaste?
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