5.16.2010

38317

Hay dias en los que no quiero verte, pero moriria porque me buscaras...

No quiero sentirme solo el resto de mi vida... buscame, te estoy esperando

3.17.2008

안녕히 가세요

Hoy dije adiós, cuando te queria decir te amo.

La intolerable esencia de amarte y de querer lo mejor para ti.

El egoísmo de no querer sufrir más.

La cobardía del que pone la felicidad de la persona que ama como bandera y el temor a vivir temiéndole toda su vida como escudo.

Hoy nuestro amor muere en mi intento agónico y desesperado por salvarlo, simplemente lo estrangule con el mórbido deseo de verlo resucitar y ahora yace en mis manos con todos tus recuerdos.

Muere de forma agónica como nunca imagine que pudiera hacerlo, clama por vivir, clama por piedad pero ya todo está hecho y ahora solo me queda verlo morir mientras me trago sus gemidos espeluznantes envenenando mi alma, apagando mi espíritu.

Se niega a morir solo y nos reclama a los dos.

Asesino, vuelvo a mi Soledad y Oscuridad

A mi sushi de cosas negras

9.27.2007

BUSAN:::

Me gustaría escribirte cosas bonitas, pero el paisaje no me inspira como lo hace el tuyo.

Lagrimas corren por mi cara al recordar como amanece en el valle de tu vientre

Mi pecho se estremece al volver a vivir como el sol ilumina tus montanas y cubre tu cuerpo en mis mañanas.

Muero al no sentir tu flora bajo mis dedos.

Me siento solo y sediento de tus lagos y arroyos.

Los días no empiezan sin el fruto de tus labios y no terminan sin escuchar el viento jugueteando con tu cuerpo.

Vivo en un limbo sin saber que hora o día es. Solo esperando volver a ser el sol que te despierte en las mañanas y la noche que te cobije mientras duermes.

Hoy le pediré al sol que te lleve mis caricias, que te bese los ojos para que cada día sepas lo mucho que te amo y recuerdes el calor de mis labios.

12.18.2006

FW: ¿Siempre Saludas a Extraños?

Hola

Se que esto te parecerá extraño, bueno por lo menos a mi me lo parece, recibir un correo de un extraño evocando un momento de un par de segundos de duración, que combinado con algunos otros factores del azar lo obligaron a llegar a este punto.

Marxia esta noche caminamos y nuestras vidas se cruzaron por un momento sin reconocerse, seguimos caminando y no pudimos menos que evitar voltear a mirar y despedirnos (¿o saludarnos?).

Mi parte de la historia empieza con una noche llena de accidentes y hechos difusos que me llevaron a salir tarde a divagar en la ciudad, triste y cabizbajo camine por algún tiempo, solo levantando la cabeza para ver tus ojos y sorprenderme decir en voz casi inteligible tu nombre en medio de mi desconcierto me detuve y un par de imágenes pasaron por mi mente y en medio de un enorme sentimiento de fraternidad y calidez en mi interior, me develaron tu identidad, te voltee a ver para sorprenderme al descubrir que tu también lo hacías, cometí el error de quedarme pensando, solo reaccionando ante tu despedida y así seguí mi camino con información muy clara sobre ti navegando en lagunas de penumbra, diez pasos mas adelante lamente no haberme acercado a ti.

[Fragmento eliminado]

Me sentí muy tonto al no hablarte (casi tan tonto como me siento al casi finalizar este escrito), así que se me ocurrió escribirte y seguir mi impulso. No espero que respondas, ni que me recuerdes, es casi imposible, no hablamos mucho hasta donde recuerdo, me extraña recordarte con tal claridad y cariño después de tanto tiempo de que no aparecieras en mi mente, es raro hablar así de alguien que tal vez nunca dejo de ser un extraño.

Bueno de extraño a extraña espero no haberte asustado mucho.

PD. Creo que los dos cambiamos demasiado en estos años.

¿Dónde dejaste tus faldas de niña hippie?




[Espero algún día poder encontrarte y hacerte llegar este correo]

10.30.2006

Autoretratos

La fe se desmorona y mi corazón empieza a desmoronarse de nuevo, enloquezco en cada inhalación, me desconcierta el sabor del aire y el hedor de mis sentimientos.

Talvez nunca debí quitar la venda y recuperar la vista, la curiosidad del alma felina recorrió cada rincón de los seres que quise amar, jugando con las fibras sueltas de su alma.

Nadie me presto atención, descubrí que estoy solo, mas solo que nunca lo vi mientras caía, vi sus rostros dar la espalda, vi mi confianza salir huyendo al ver su silueta.

Ahora trago orgullo a cucharadas fumando mi ego para acompañarlo.

Siento odio y quiero ser aquello que siempre odie, quiero hacer un burbuja y aislarme en mi mundo, no quiero interactuar con persona alguna jamás.

Quiero escribir sin sentido cosas inútiles que drenen mi alma y draguen mi corazón para que la sustancia oscura fluya y alimente mi ser.

Debo renacer, no quiero volver a ser yo.

10.17.2006

Yermo...

Desperté sin hallar una luz que me guiara

Desperté en la mas oscura de las penumbras con el desconcierto de no saber donde estar

Desperté con el suave arrullo de la lluvia y los angustiosos golpes en la puerta de alguien que huía del inclemente clima.

Desperté y aguarde refugiado en mis cobijas con el único consuelo que podía darme la tibieza de mi aliento, nadie atravesó la puerta, nadie excepto tu migraña esencia.

El sueño me volvió a encontrar abrazado a mi almohada, derruido por el terror que solo puede hacerle sentir a mi alma tu presencia.

9.15.2006

ÁBACO

Toma dos cuentas, las atraviesa, torna su vista a su regazo, toma un trozo de cuero, hace de las cuentas parte de él. Vuelve su vista a la ventana.

Paciente espera tras la línea amarilla a que llegue un nuevo bus calmado y sin expresión alguna en su rostro, ve como ciento sesenta y dos rostros atraviesan antes que él la puerta, aun así, logra su meta y pausadamente sin inmutar su expresión sistemáticamente toma uno de los veintiún asientos al lado de una ventana. Todo un deleite que rayaría en la envidia de las maquinas mas precisas de nuestra época, pausadamente camina en el interior de una estampida de gente, totalmente erguido henchido de orgullo da la espalda a la silla, su cuerpo cae a un ritmo uniforme hasta acomodarse en el asiento, el cual en el momento parecía diseñado especialmente para él, toma su maletín lo pone sobre sus piernas.

Toma dos cuentas, las atraviesa, torna su vista a su regazo, toma un trozo de cuero, hace de las cuentas parte de él. Vuelve su vista a la ventana.

Permanece inmóvil por un instante, parecía uno mas del montón hasta que rompió su mascara y reanudo su proceso, tomo una estola de mil doscientas veinte cuentas la cual acomodo con cariño sobre sus hombros, saca una aguja de una pulgada y media de su maletín y elige un trozo de hilo de entre los treinta y dos que tiene guardados en el bolsillo de su camisa, todos milimétrica y exactamente cortados de 15 centímetros. Hábilmente enhebra la aguja.

Toma dos cuentas, las atraviesa, torna su vista a su regazo, toma un trozo de cuero, hace de las cuentas parte de él. Vuelve su vista a la ventana.

Abre su maletín y toma lo que al parecer eran quinientas mil trescientas veintitrés tiras de cuero, pequeñas tiras de veinticinco centímetros de casi un milímetro de espesor y dos de ancho, peinadas perfectamente y diestramente acomodadas entre el maletín y su abdomen, saca uno de los extremos, de sesenta y tres tiras, de su estricto orden y los hace descansar sobre el maletín.

Toma dos cuentas, las atraviesa, torna su vista a su regazo, toma un trozo de cuero, hace de las cuentas parte de él. Vuelve su vista a la ventana.

Amarilla figura de rostro mutilado y sereno, destacado por un bigote desordenado y facciones prominentes, delgado como el lazo entre la vida y la muerte, manos huesudas, forradas por un centenar de tendones y algunas decenas de venas, terminadas magistralmente por diez largas uñas curtidas por su destreza artesanal.

Toma dos cuentas, las atraviesa, torna su vista a su regazo, toma un trozo de cuero, hace de las cuentas parte de él. Vuelve su vista a la ventana.

Mira tranquilamente por la ventana sin parar su pasmosa ejecución, dos ojos serenos brillantes y pequeños, inmutables casi inmóviles, giran periódicamente para cumplir su función en el proceso y ansiosos pero sin afán, retoman su curiosa pesquisa de las calles de la ciudad sin que nada le llame la atención. Pestañea cuarenta y cuatro veces, se rompe el hilo y elige otro trozo de entre los treinta y un que tiene guardados en el bolsillo de su camisa, esta vez no le fue tan sencillo enhebrar su aguja.

Toma dos cuentas, las atraviesa, torna su vista a su regazo, toma un trozo de cuero, hace de las cuentas parte de él. Vuelve su vista a la ventana.

Un par de mocasines café, una corbata negra de flores rojas anudada a la usanza de los ochenta, una camisa a rayas, un saco azul y un pantalón café, tonos extraídos de los años y plasmados magistralmente por el hermoso día que se abre paso por la ventada. Escuálida figura decorada solemnemente por un maletín de cuero café, impecable, limpio y lustroso, se me antoja decorado por tres generaciones de incansables vendedores puerta a puerta, comprado sin mucho titubeo por un joven mozuelo de veintidós años en la Bogotá de los treinta.

Toma dos cuentas de la estola, de las ya mermadas mil doscientas veinte, las atraviesa con la aguja formando un bucle con el hilo, torna su vista a su regazo, toma uno de los extremos de las tiras de cuero que descansan sobre el maletín volviendo su mirada a la ventana, lo condena y ahorca hábilmente con el hilo el cual hala con extraña firmeza hasta hacer de las cuentas parte de aquella lánguida tira. Cuatro por tira, dos por extremo, esa es la regla.